viernes, 7 de septiembre de 2012

SE COMO EL ÁGUILA



Hace un tiempo al igual que el águila elegí vivir un doloroso aunque constructivo proceso de transformación.

Hoy soy consciente de lo bondadoso que fue este proceso que me proveyó de las condiciones necesarias para conquistar no solamente mi libertad, sino a mi misma.

Hermoso ejemplo el que nos da el águila y aunque en este breve relato no se hace mención, las madres águilas construyen sus nidos sobre una base de gruesas y punzantes ramas y sobre ellas elaboran un mullido colchón que proporciona a sus crías abrigo y confort tan solo hasta que son lo suficientemente grandes para abandonarlo, ya que su peso hará que se pinchen con la base espinosa con la que su madre construyó el nido.

Así es el amor, algunas veces nos incomoda porque ya es hora de levantar vuelo.

Así como en la historia, estoy convencida que los seres humanos necesitamos hacer un alto en el camino y liberarnos de todo aquello que no es auténtico, que impide disfrutar su recorrido sin ataduras y apegos y revelar nuestro verdadero SER. Es decir, vivir este proceso es cuestión de supervivencia porque de lo contrario pereceremos asfixiados por la banalidad, trivialidad y la amargura de no ser lo que realmente somos.

Sé como el águila.

ARO (Astrid Rocio Ortega)

viernes, 31 de agosto de 2012



EL HOMBRE Y LA MUJER
Por Víctor Hugo

El hombre es la más elevada de las criaturas.
La mujer es el más sublime de los ideales.
Dios hizo para el hombre un trono; para la mujer un altar.
El trono exalta; el altar santifica.
El hombre es el cerebro.
La mujer el corazón.
El cerebro fabrica la Luz; el corazón produce el Amor.
La Luz fecunda; el Amor resucita.
El hombre es fuerte por la razón.
La mujer es invencible por las lágrimas.
La razón convence; las lágrimas conmueven.
El hombre es capaz de todos los heroísmos.
La mujer de todos los martirios.
El heroísmo ennoblece; el martirio sublimiza.
El hombre tiene la supremacía.
La mujer la preferencia.
La supremacía significa la fuerza; la preferencia representa el derecho.
 El hombre es un genio.
La mujer un ángel.
El genio es inmensurable; el ángel indefinible.
La aspiración del hombre es la suprema gloria.
La aspiración de la mujer es la virtud extrema.
La gloria hace todo lo grande; la virtud hace todo lo divino.
El hombre es un código.
La mujer un evangelio.
El código corrige; el evangelio perfecciona.
El hombre piensa.
La mujer sueña.
Pensar es tener en el cráneo una larva; soñar es tener en la frente una aureola.
El hombre es un océano.
La mujer es un lago.
El océano tiene la perla que adorna; el lago la poesía que deslumbra.
El hombre es el águila que vuela.
La mujer es el ruiseñor que canta.
Volar es dominar el espacio. Cantar es conquistar el alma.
El hombre es un Templo.
La mujer es el Sagrario.
Ante el Templo nos descubrimos; ante el Sagrario nos arrodillamos.
En fin: el hombre está colocado donde termina la tierra.
La mujer donde comienza el cielo.

miércoles, 18 de julio de 2012

EL AMOR QUE ESPERO






Nunca te he buscado
A pesar de que te espero
He jugado con tu pelo y
Conozco tu aroma
Te he contado mis sueños y
Hemos reído juntos
Hemos brindado por la luz de tus ojos
Y la paz de los míos
Has despertado a mi lado
Aferrado a mi cuerpo
Sabiendo que me amas y
Yo que te espero
Cuando alguna vez nuestras almas
No tengan que tomar vuelo
Y decidan anclar su amor en un eterno beso. 
Astrid Rocio Ortega